1 Jesús salió de allí y fue a su tierra, y sus discípulos lo siguieron. 2 Cuando llegó el sábado enseñaba en la congregación.
4 Jesús les respondió:
7 Entonces Jesús llamó a los 12, comenzó a enviarlos de dos en dos y les dio autoridad sobre los espíritus impuros. 8 Les ordenó que nada llevaran para el camino, solo un bastón, que no llevaran pan, ni bolsa, ni cobre en el cinturón, 9 que no vistieran dos túnicas, sino que calzaran sandalias.
10 También les dijo:
12 Al salir, proclamaban que cambiaran de mente, 13 echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y sanaban.
14 Como el Nombre de Jesús fue famoso, el rey Herodes dijo: Juan el Bautista resucitó de entre los muertos y por eso actúan en él esos poderes.
15 Pero otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta como los antiguos.
16 Cuando Herodes oyó esto, dijo: Yo decapité a Juan. Éste resucitó. 17 Porque Herodes había mandado detener a Juan, y lo tenía encadenado en prisión porque Herodes se había casado con Herodías, la esposa de su hermano Felipe. 18 Pues Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la esposa de tu hermano. 19 Por eso Herodías le tenía rencor y quería matarlo, pero no podía. 20 Herodes temía a Juan y lo protegía, porque sabía que éste era justo y santo. Cuando lo escuchaba quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
21 Llegó la oportunidad cuando Herodes, al celebrar su cumpleaños, hizo un banquete para sus altos oficiales, comandantes y jefes de Galilea. 22 La hija de Herodías entró y danzó en el banquete, lo cual agradó tanto a Herodes y a los que comían con él, que el rey le dijo: Pídeme lo que quieras, y te lo daré. 23 Le juró: Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.
24 Al salir preguntó a su madre: ¿Qué pido?
25 De inmediato entró de prisa ante el rey y pidió: ¡Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista!
26 El rey se entristeció muchísimo pero, a causa de su juramento y de sus invitados, no quiso desatenderla. 27 Enseguida el rey ordenó a un verdugo que le trajera la cabeza. Él fue y lo decapitó en la prisión. 28 Llevó su cabeza en una bandeja y la dio a la muchacha, y ella la dio a su madre.
29 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, llevaron el cadáver y lo sepultaron.
30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le informaron todas las cosas que hicieron y enseñaron.
31 Les dijo:
32 Salieron solos en la barca a un lugar solitario. 33 Pero muchos los vieron cuando partieron y los reconocieron. Entonces muchos de todos los poblados corrieron hacia allá y llegaron antes que ellos.
34 Cuando Jesús bajó de la barca, vio un gran gentío y se enterneció, porque eran como ovejas que no tienen pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35 Cuando llegó una hora avanzada, sus discípulos acudieron a Él y le dijeron: El lugar es solitario, y la hora ha avanzado. 36 Despídelos para que vayan a las villas y aldeas de alrededor, y compren qué comer.
37 Pero Él les respondió:
38 Entonces Él les preguntó:
39 Entonces mandó que todos se recostaran en grupos sobre la hierba. 40 Se recostaron grupo por grupo de 100 y de 50. 41 Tomó los cinco panes y los dos peces, miró hacia el cielo y dio gracias. Partió los panes y los peces, y los daba a los discípulos para que los sirvieran a ellos.
42 Todos comieron y quedaron satisfechos. 43 Recogieron 12 cestos llenos de pedazos de pan y peces. 44 Los que comieron fueron 5.000 hombres.
45 En seguida impulsó a sus discípulos a subir a la barca e ir delante a la otra orilla, hacia Betsaida, mientras Él despedía a la multitud. 46 Después de despedirse de ellos, fue a la montaña para hablar con Dios.
47 Cuando llegó la noche, la barca estaba en medio del mar, y Él en la tierra solo. 48 Alrededor de las cuatro de la madrugada, al verlos fatigados de tanto remar porque el viento les era contrario, Jesús llegó a ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos.
49 Pero ellos, cuando lo vieron caminar sobre el mar, pensaron: ¡Es un fantasma! Y gritaron, 50 porque todos lo vieron y se aterraron.
53 Terminaron la travesía y atracaron en la tierra de Genesaret. 54 Cuando ellos salieron de la barca, al instante lo reconocieron. 55 Recorrieron toda aquella región, y a donde oían que estaba, le llevaban enfermos en camillas.
56 Dondequiera que entraba en aldeas, ciudades o villas, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que al menos les permitiera tocar el borde de su ropa. Cuantos lo tocaban eran sanados.
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