1 Luego entró en una barca, pasó al otro lado y fue a su ciudad.
2 Ahí le llevaron un paralítico acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:
3 Pero algunos escribas se dijeron: Éste blasfema.
4 Jesús vio sus pensamientos y les preguntó:
7 Cuando se levantó, salió a su casa.
8 Al ver esto la multitud se asombró y dio alabanza a Dios, porque dio esa autoridad a los hombres.
9 Jesús pasó de allí, vio a Mateo sentado en la oficina de los tributos y le dijo:
10 Cuando Él estaba reclinado[a] en la casa, observó que muchos publicanos y pecadores llegaron y se reclinaron con Jesús y sus discípulos.
11 Al ver esto los fariseos decían a los discípulos de Él: ¿Por qué su maestro come con los publicanos y pecadores?
12 Pero cuando Él oyó esto, dijo:
14 Entonces los discípulos de Juan se acercaron a Él y le preguntaron: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?
15 Jesús les preguntó:
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18 Mientras les hablaba estas cosas llegó un jefe de la congregación judía, se postró ante Él y le dijo: Mi hija acaba de morir, pero vé, pon tu mano sobre ella y vivirá.
19 Jesús se levantó y con sus discípulos lo siguió.
20 Una mujer que sufría de flujo de sangre por 12 años se acercó por detrás y tocó el borde de su ropa, 21 porque decía dentro de ella: Si solo toco su ropa, seré sanada.
22 Pero Jesús se volteó, la vio y le dijo:
23 Al llegar Jesús a la casa del magistrado y ver a los flautistas y a la muchedumbre atribulada, 24 Él les dijo:
25 Cuando sacaron a la multitud, Él entró, tomó la mano de la niña y la levantó.
26 Esta noticia se difundió por toda aquella tierra.
27 Cuando Jesús salió de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: ¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
28 Al llegar a la casa, los ciegos acudieron a Él.
29 Entonces les tocó los ojos y dijo:
30 Se les abrieron los ojos.
31 Pero cuando ellos salieron divulgaron su fama en toda aquella tierra.
32 Al salir ellos, le llevaron un hombre mudo endemoniado. 33 Cuando echó fuera el demonio, el mudo habló, y la multitud, asombrada, exclamó: ¡Nunca se vio algo semejante en Israel!
34 Pero los fariseos decían: Echa fuera los demonios por el jefe de los demonios.
35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas. Enseñaba en las congregaciones de ellos, proclamaba las Buenas Noticias del reino y sanaba toda enfermedad y dolencia. 36 Cuando vio a la multitud, fue movido a compasión por ella, porque estaba agotada y abatida como oveja que no tiene pastor.
37 Entonces dijo a sus discípulos: