1 Cuando descendió de la colina, lo siguió una gran multitud. 2 Ocurrió que un leproso se acercó, se postraba ante Él y decía: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3 Extendió la mano, lo tocó y dijo:
4 Entonces Jesús le dijo: Mira, a nadie digas esto. Solo vé y muéstrate al sacerdote. Presenta la ofrenda que Moisés ordenó para testimonio a ellos.
5 Cuando Él entró en Cafarnaúm se le acercó un centurión. Le rogó: 6 Señor, mi esclavo está paralítico tendido en la casa, gravemente atormentado.
7 Le respondió:
8 Pero el centurión le contestó: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Pero solo dí la palabra, y mi esclavo sanará. 9 Porque yo también estoy bajo autoridad. Tengo soldados sometidos a mí. Digo a éste: Vé, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace.
10 Cuando Jesús lo oyó, se maravilló y dijo a sus seguidores:
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13 Entonces Jesús dijo al centurión:
14 Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en cama con fiebre. 15 Tomó su mano y se le quitó la fiebre. Se levantó y le servía.
16 Cuando llegó la tarde le llevaron muchos endemoniados. Con su Palabra echó los demonios y sanó a todos los enfermos, 17 para que se cumpliera lo que el profeta Isaías dijo:
18 Cuando Jesús vio la multitud alrededor de Él, mandó a pasar al otro lado.
19 Un escriba se le acercó y le dijo: Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas.
20 Jesús le respondió:
21 Otro de los discípulos le dijo: Señor, permíteme primero ir y enterrar a mi padre.
22 Jesús le contestó:
23 Cuando entró en la barca, sus discípulos lo siguieron. 24 Surgió una gran tormenta en el mar, tan fuerte que las olas cubrían la barca. Él dormía.
25 Lo despertaron y le clamaron: ¡Señor, sálvanos porque perecemos!
26 Les respondió: ¡Hombres de poca fe! ¿Por qué temen? Se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y se produjo una gran calma.
27 Los hombres asombrados decían: ¿Quién es Éste, a Quien aun los vientos y el mar le obedecen?
28 Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, dos endemoniados tan furiosos que nadie podía pasar por allí, salieron de los sepulcros y fueron a encontrarse con Él.
29 De repente gritaron: ¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Llegaste aquí para atormentarnos antes de tiempo?
30 Lejos de ellos había una piara de muchos cerdos. 31 Los demonios le rogaban: Si nos echas, envíanos a la piara de los cerdos.
32 Les contestó:
33 Los que los apacentaban huyeron, fueron a la ciudad y contaron todo lo que pasó con los endemoniados. 34 Toda la ciudad salió a encontrar a Jesús. Al verlo le rogaron que saliera de sus alrededores.
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