1 Convocó a los 12, y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar. 2 Los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar.
3 También les dijo:
6 Cuando salieron, recorrían una por una las aldeas, anunciaban las Buenas Noticias y sanaban por todas partes.
7 Herodes el tetrarca supo todas las cosas que pasaban y estaba muy perplejo porque algunos decían: Juan resucitó.
8 Otros afirmaban: ¡Elías apareció! Y otros: ¡Resucitó uno de los antiguos profetas!
9 Pero Herodes decía: Yo decapité a Juan. ¿Quién es Éste de quien oigo estas cosas? Y procuraba verlo.
10 Al regresar los apóstoles le relataron todo lo que hicieron.
11 Cuando la multitud se enteró, lo siguieron.
12 El día comenzó a declinar. Los 12 se acercaron y le dijeron: Despide a la multitud para que vayan a las aldeas y granjas de alrededor y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar despoblado.
13 Pero les dijo:
15 Así lo hicieron y reclinaron a todos.
16 Él tomó los cinco panes y los dos peces, miró al cielo y los bendijo. Partió en pedazos y daba a los discípulos para que los sirvieran a la multitud.
17 Todos comieron y se saciaron.
18 Un día, después que Jesús hablaba a solas con Dios, los discípulos estaban con Él y les preguntó:
19 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista. Otros, Elías. Otros, un profeta antiguo que resucitó.
20 Les preguntó:
21 Entonces Él les ordenó rigurosamente que a nadie hablaran de esto.
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23 Y decía a todos:
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26 Porque el que se avergüence de Mí y de mis Palabras, el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, la del Padre y de los santos ángeles.
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28 Unos ocho días después de estas palabras, Jesús tomó a Pedro, Juan y Jacobo y subió a la montaña a hablar con Dios.
29 Mientras Él hablaba con Dios, su rostro cambió y su ropa se volvió blanca y resplandeciente. 30 Súbitamente aparecieron Moisés y Elías, dos varones quienes le hablaban. 31 Aparecieron en esplendor y hablaban de la partida de Él que iba a cumplir en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero al permanecer despiertos, vieron su gloria y a los dos varones que estaban con Él. 33 Cuando ellos se iban, Pedro, sin saber lo que expresaba, dijo a Jesús: Maestro, bueno es que nos quedemos aquí, y que hagamos tres enramadas: una para Ti, una para Moisés y una para Elías.
34 Mientras él hablaba, apareció una nube que los cubría. Al entrar ellos en la nube, se atemorizaron.
35 De la nube salió una voz que decía:
36 Al cesar la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y en aquellos días a nadie dijeron lo que vieron.
37 Al día siguiente cuando bajó de la montaña, una gran multitud le salió al encuentro, 38 y un hombre clamó: Maestro, te suplico que veas a mi hijo unigénito. 39 Porque un espíritu lo toma, de repente da alaridos, lo convulsiona, le hace daño y no se aparta de él. 40 Rogué a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no pudieron.
41 Jesús respondió:
42 Cuando él llegaba, el demonio lo tiró al suelo y lo convulsionó.
43 Todos estaban asombrados de la grandeza de Dios.
45 Pero ellos no entendían esta palabra pues les estaba encubierta para que no la entendieran, y temían preguntarle acerca de esto.
46 Entonces discutieron quién de ellos sería el más grande.
47 Pero Jesús entendió lo que pensaban. Tomó un niño, lo puso a su lado 48 y les dijo:
49 Juan dijo: Maestro, vimos a uno que echaba fuera demonios en tu Nombre. Le prohibimos, porque no sigue con nosotros.
50 Jesús le respondió: No le prohíban, porque el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes.
51 Al cumplirse los días de su ascensión, Él afirmó su rostro para ir a Jerusalén. 52 Envió mensajeros delante de Él quienes fueron a una aldea de samaritanos a preparar hospedaje para Él.
53 Pero no lo recibieron, porque entendieron que iba a Jerusalén.
54 Cuando los discípulos vieron esto, Jacobo y Juan preguntaron: Señor, ¿quieres que ordenemos que descienda fuego del cielo que los consuma?
55 Entonces Él dio la vuelta y los reprendió.
56 Y fueron a otra aldea.
57 Cuando iban por el camino, uno le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas.
58 Jesús le respondió:
59 Y dijo a otro:
60 Le dijo:
61 Otro le dijo: Te seguiré, Señor, pero primero permíteme despedirme de los que están en mi casa.
62 Jesús contestó:
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a Lit. alforja.