1 Entonces miré. Encima de la expansión que había sobre la cabeza de los querubines, vi una apariencia de piedra de zafiro que parecía un trono. 2 Él habló al varón que estaba cubierto de lino:
3 Cuando el varón entró, los querubines estaban en pie en el lado sur del Templo. La nube llenaba el patio interior. 4 Entonces la gloria de
6 Cuando Él mandó al varón cubierto con lino:
9 Miré y vi que había cuatro ruedas junto a los querubines, una rueda junto a cada querubín. La apariencia de las ruedas era como el resplandor del crisólito.[a] 10 En cuanto a su apariencia, las cuatro tenían una misma semejanza. Su estructura era como si una rueda estuviera encajada dentro de la otra 11 para rodar en las cuatro direcciones sin girar al rodar, pues de antemano estaban orientadas en la dirección en la cual debían rodar. Al avanzar no se volvían. 12 Todo su cuerpo y espalda, sus manos y sus alas, y también las cuatro ruedas estaban llenas de ojos alrededor. 13 Oí que eran llamadas las ruedas: ¡Ruedas! 14 Cada uno tenía cuatro caras: La primera era cara de querubín; la segunda, cara de hombre; la tercera, cara de león; y la cuarta, cara de águila.
15 Los querubines ascendieron. Éstos eran los seres vivientes que vi junto al río Quebar. 16 Cuando los querubines se movían, las ruedas iban junto con ellos. Cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas no se apartaban de junto a ellos. 17 Cuando ellos se detenían, ellas también se detenían. Cuando ascendían, también subían con ellos, porque el Espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.
18 Entonces la gloria de
20 Éstos son los seres vivientes que vi debajo del
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a Crisólito: Piedra de oro.