1 El rey y Amán fueron a comer con la reina Ester. 2 Y al segundo día, mientras bebían vino en el banquete, el rey volvió a preguntar a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester? Pues te será concedida. ¿Cuál es tu demanda? ¡Hasta la mitad del reino se te dará!
3 Entonces la reina Ester respondió: Oh rey, si hallé gracia ante ti, y si place al rey, ¡concédase mi vida por mi petición y la de mi pueblo por mi demanda! 4 ¡Porque yo y mi pueblo fuimos vendidos para ser destruidos, asesinados y exterminados! Si como esclavos y esclavas fuéramos vendidos, yo habría callado, porque aun tal calamidad no sería digna de la molestia al rey.
5 Y al tomar la palabra, el rey Asuero preguntó a la reina Ester: ¿Quién es y dónde está el que se atreve en su corazón a hacer tal cosa?
6 Ester dijo: ¡El adversario y enemigo es este perverso Amán!
7 Entonces el rey se levantó enfurecido del banquete y se fue al jardín del palacio, pero Amán se quedó para rogar a la reina Ester por su vida, porque vio que el mal ya estaba determinado contra él de parte del rey.
8 Cuando el rey volvió del jardín del palacio al lugar donde bebía el vino, ¡ahí estaba Amán caído encima del reclinatorio en el cual estaba recostada Ester!
9 Harbona, uno de los servidores del palacio que estaban en presencia del rey, dijo: ¡Ahí está precisamente colocada en casa de Amán una horca de 22,5 metros de altura, la cual preparó Amán para Mardoqueo, quien habló en provecho del rey!
10 Colgaron a Amán en la horca que él preparó para Mardoqueo. Y se aplacó la ira del rey.
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